En un mes de agosto de 2005, el huracán Katrina arrasa las costas de Louisiana, Missisipi y Alabama e inunda súbitamente la ciudad de Nueva Orleans al desbordarse las aguas del lago Portchtrain.
El huracán tomó tierra el día 29 a unos 65 kilómetros de la ciudad de Nueva Orleans, con vientos de más de 240 kilómetros por hora. La mayoría de los 600.000 habitantes de la ciudad tuvieron que ser evacuados. Muchos de ellos, resistieron dias en el estadio deportivo del Superdome con la ciudad completamente inundada.
Los furiosos vientos y las lluvias torrenciales van arrasando todo a su paso. Casas, calles, coches....la destrucción se apodera de la zona en cuestión de horas. En las horas posteriores al desastre, los equipos de rescate no dan abasto para localizar y poner a salvo a cientos de personas que piden ayuda desde los tejados de sus casas, aisladas en medio de la catástrofe.
Mientras tanto, en las calles, empieza a imperar la anarquía: robos y saqueos que las fuerzas de seguridad, desbordadas, no son capaces de controlar.
Finalmente, el propio presidente Bush se persona en las zonas afectadas. La estimación total de víctimas supera las 1.300, sin contar los suicidios posteriores y las muertes como consecuencia de las pérdidas y el desarraigo forzoso de las familias.
